miércoles, 5 de diciembre de 2012

221º aniversario de la muerte de Mozart.

Tal día como hoy, el 5 de diciembre de 1791, W. A. Mozart dejaba de existir. Murió en Viena, de madrugada, poco antes de cumplir los 36 años. La muerte de Mozart ha vertido verdaderos océanos de tinta.          

Requiem K.626 in D minor [completo. Duración 1hora y 7 minutos] - Jordi Savall       
Desde septiembre, Mozart se sentía débil, pero pudo terminar el Concierto para Clarinete y dirigir el estreno de La Flauta Mágica. Poco antes de ese “pico de agotamiento” por decirlo de alguna manera, Mozart había terminado también la ópera La Clemenza di Tito. Mientras componía Die Zauberflöte, Mozart recibe el encargo inesperado de componer el Réquiem, mediante un mensajero desconocido. El Réquiem se erige en leyenda en torno a la muerte de Mozart, por el misterio del mensajero y por quedarse finalmente inacabado. Mozart experimenta «sombríos presentimientos» al recibir el encargo. Estaba convencido de que escribía el Réquiem para sí mismo.
La verdad del mensajero fue descubierta DESPUÉS de que muriera Mozart, lo que sugiere que el genio se sintió REALMENTE angustiado. El mensajero era Franz Anton Leitgeb enviado por el conde Walsegg, quien quería honrar a su esposa muerta con una misa de Réquiem. Mozart creía que había sido envenenado por un enemigo. «Alguien me ha dado agua tofana y sabe el día exacto de mi muerte». Nos imaginamos el tormento de Mozart en sus últimos días. «¡Cómo me gustaría escuchar mi Flauta Mágica una vez más!», dijo. 
Cae postrado definitivamente en su lecho de muerte el 20 de noviembre de 1791, hasta que muere en la madrugada del 5 de diciembre. Paumgartner describe: «El maestro se convenció de que jamás terminaría el Réquiem y, entre lágrimas, dejó a un lado la partitura». «Ya tengo el sabor de la muerte en la lengua», le dijo Mozart a su cuñada Sophie, a la que pidió que consolara a Constanze.
Sophie Haibl, cuñada de Mozart, escribió cómo Süssmayer recibía indicaciones del compositor para terminar el Réquiem. Mozart estructuró el Réquiem para Süssmayer, dictándole los principales puntos relativos a la instrumentación y el acompañamiento. Paumgartner: «El Réquiem nos habla con ferviente confianza de la redención a través de la fe inextinguible en un mundo mejor» 

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