miércoles, 5 de diciembre de 2012

Precisiones médicas en torno a Mozart

Mitos y leyendas circundan los grandes compositores de la Historia de la Música. Separar la leyenda de la realidad se convierte en un trabajo no siempre fácil ya que los testimonios médicos son, en muchos casos, imprecisos y poco fiables. Las descripciones de su aspecto, retratos, su supuesto manierismo son sobre todo muy subjetivas y obviamente están influenciados por la política y por la creación del mito por parte del sistema musical de la época [O’Shea]. Pero recientemente desde el campo la historia de la Medicina, como desde la musicología, ha crecido el interés sobre lo que hay de cierto, o de fantasía, en las vidas de los grandes compositores para, tal como han se ha puesto de manifiesto, llegar a un diagnóstico de consenso, que aún no preciso, pero sí muy aproximado [Saffle].

Si de Beethoven se posee abundante información clínica recogida por médicos de la época experimentados en la observación, la información que poseemos de Mozart es incompleta y poco fiable. A este hecho se agrava la falta de una autopsia en el momento de su fallecimiento lo que impide conocer la enfermedad final, o enfermedades que pudo sufrir nuestro protagonista. Por otra parte, la documentación manuscrita sobre los últimos momentos de Mozart, como la descripción de su cuñada Sophie Haibel, está muy alejada en el tiempo (aproximadamente unos 34 años del momento del hecho) y evidentemente su descripción está motivada por intereses particulares. Así han sido muchos autores los que se han rendido en la especulación basándose en relatos y documentos de autoría poco fiable.

En consecuencia, la leyenda en torno a Mozart se mueve en dos puntos fundamentales: su personalidad (su prematura muerte y su precocidad en el arte musical lo han convertido en el ejemplo clásico del genio por excelencia) y su muerte (con múltiples especulaciones basadas en especulaciones sin motivo). Al mismo tiempo, unido a este suceso final, surgen nuevos enigmas en torno al cráneo de Mozart, y a la denominada "oreja de Mozart"

La naturaleza del genio


En 1764 Mozart vista Londres y asombra a todos los estratos sociales, Leopold Mozart hizo un pingüe negocio exhibiendo a su precoz hijo. En este momento es visitado por Daines Barrington, hombre de leyes y adinerado miembro de la baja nobleza, que se queda fascinado con la destreza del niño en diversas facetas de la música, lectura, memoria e improvisación. Una idea solivianta a Barrington debería ser posible descomponer la aparente "totalidad" del genio en módulos separados, sujeto cada uno a un desarrollo independiente. Le asombraba que Mozart actuaba como un niño normal en todos los ámbitos salvo en el de su talento esencial. Su habilidad en interpretar piezas que expresaran emociones concretas amor-odio llevó a Barrington a pensar que las emociones fundamentales residen en nuestro arsenal de conductas bajo formas de paquetes disociables y que nuestra totalidad no es más que una amalgama de paquetes separables.

Esta disociación avala la idea de origen y causalidad independiente para habilidades que nosotros consideramos como expresiones de un genio más global. Pero el principio de disociación y construcción a partir de módulos independientes alcanza la complejidad de cualquier organismo y la estructura de la mente. Este concepto de modularidad se encuentra en el corazón de gran parte de la investigación innovadora en el campo de la ciencia del conocimiento [Jay Gould, p. 246]. El cerebro realiza un complejo trabajo mediante la correcta coordinación de sus partes, y sabemos que ciertos comportamientos y aptitudes muy específicas corresponden a regiones muy concretas del córtex cerebral.

Esta precocidad se observa sobre todo en la Música y en otras disciplinas, como las artes plásticas, que no requieren la madurez completa del lenguaje para comenzar a expresarse. Las diferentes biografías de músicos precoces Saint-Saëns, Haendel, Rameau, Chopin muestran que es posible realizar un aprendizaje musical a partir de los primeros años de vida, en la medida en que el niño se encuentra metido en un medio cultural apropiado, y también en la medida en que la audición se organiza muy pronto y en que la técnica instrumental pone en funcionamiento comportamientos motores que no precisan la madurez total del lenguaje, todavía insuficientemente organizado. Ese baño musical indispensable, siempre presente en la historia de la infancia del genio permite refutar la hipótesis del don musical y de la capacidad innata [Brenot].

El enigma de como funcionaría el cerebro de este genio musical todavía se acrecienta más a tenor de las últimas investigaciones [El País, 29/4/98, p. 35] que afirman que un área del cerebro que se utiliza para analizar el tono de una nota musical es mayor en aproximadamente un 25% de los músicos comparados con personas que nunca han tocado un instrumento; y que esta área se hace mayor a través de la práctica y la experiencia y que se engrandece más cuanto antes empieza su entrenamiento musical.

La enfermedad final y su muerte

La enfermedad final de Mozart y su muerte es uno de los capítulos más fantásticos de su vida que han provocado mas ríos de tinta, siendo la mayoría especulaciones basadas en documentación de cuestionable autoría. La enfermedad de Mozart se manifestó con síntomas similares a los que había sufrido previamente. Por otra parte debemos tener en cuenta que la terminología usada en las descripciones del hecho no tienen nada en común con la terminología moderna.

La hipótesis más tradicional, potenciada sin duda por la espléndida película Amadeus, es el envenenamiento a manos de su rival Salieri, los masones, incluso el mismo tratando de suicidarse. Es escaso entre los investigadores el número que apoya la teoría del envenenamiento [Kerner y Carp], ningún otro autor defiende esta teoría. Algunos investigadores definen este supuesto como "propaganda nazi" o "maliciosas tonterías" [Guillery]. En diferentes investigaciones de ha rebatido esta teoría desde el punto de vista histórico [Deutsch] aunque las principales desavenencias han provenido del campo médico [Wheater].

Desde el punto de vista médico la teoría del envenenamiento es superflua, en cuanto que las posibles causas naturales de la muerte de Mozart son muy variadas [Davies, 1983]. El envenenamiento con mercurio, que algunos autores defienden como causa de un posible suicidio es el menos probable, ya que no tenemos constancia de que sufriera los signos típicos del mercurialismo crónico. Si en el "cráneo de Mozart" que se conserva en Salzsburgo, que según las ultimas investigaciones sería el de nuestro personaje [Puech, B.; Puech P. F., 1989], se revelase la presencia de depósitos de mercurio podría resurgir la teoría el envenenamiento, pero no debemos olvidar que el mercurio era usado frecuentemente como terapia por los médicos de la época. Por lo tanto, aunque se encontraran estos depósitos en ningún modo probaría que Mozart fuera envenenado.

La discusión médica más completa sobre las enfermedades de Mozart se encuentra en la obra de Peter Davies Mozart in person: His character and Health (1989) considerada como la ultima palabra en la historia de las enfermedades de Mozart. Otros estudios sobre los últimos días de Mozart se centran más en presentar más evidencias documentales que opiniones médicas bien debatidas [Landon].

La ultima enfermedad de Mozart comienza el 20 de Noviembre. Aunque hay que decir que había estado enfermo desde algún tiempo, atacado de fiebre alta, sudoración abundante, dolores abdominales y vómitos. Los pies y las manos estaban muy hinchados y se lamentaba de intensos dolores al moverse. Este cuadro clínico podría asimilarse con un cuadro de poliartritis y edemas [Davies, 1983]. Mozart fue asistido por su médico Nicholas Closset quién alarmado por el empeoramiento solicitó la ayuda de Mathias von Sallaba, médico jefe del Hospital General de Viena. Ambos eran muy pesimistas en cuanto al pronostico del enfermo, pero no sospechaban que el empeoramiento se debiera a una conspiración. Von Sallaba noto un exantema y se le diagnóstica una "crisis de fiebre miliar". Fue tratado con una flebotomía y se le suministró un sedante, posiblemente opio, al mismo tiempo se usan compresas de agua fría para bajar la temperatura. No hay pruebas de que a Mozart se le suministraran medicamentos tóxicos (mercurio, antimonio) aunque sobre la base de principios médicos comunes en la época, no se puede excluir que fuesen usados para tratar la enfermedad febril [O’Shea].

Son muchas las hipótesis sobre la causa última del fallecimiento de Mozart: Septicemia complicada con insuficiencia renal aguda, envenenamiento con metales, nefritis post-escarlatina, fiebre reumática, endocarditis infecciosa. Mas hoy parece existir el acuerdo en torno al diagnóstico de insuficiencia renal crónica, agravada por infección terminal, posiblemente neumonía, y que el origen estuviese en infecciones estreptocócicas frecuentes en el curso de su vida [Davies, 1987]. Davies ha demostrado la presencia de hipertensión y uremia en el estado mental de Mozart. Delirio paranoicos y depresiones son comunes en los enfermos de uremia y constituyen una parte esencial de complejo sintomático de Mozart.

La causa de la muerte pudo ser una neumonía estafilocócica, responsable de la fiebre intensa y del delirio [O’Shea]. Aunque existen otras posibilidades como "hemorragia cerebral" en la fase final de la enfermedad [Davies, 1983] que sería la causa aproximada si se acepta como positiva la identificación del cráneo conservado en el Mozarteum de Salzburgo, y las señales patológicas en él encontradas [Puech]. Otros autores ven la causa final actuaciones médicas contraindicadas, automedicación y abuso del alcohol que pudo agravar sus males.

Son muchos años de literatura médica en torno la muerte de Mozart y el caso es todavía materia de estudio. Las diferentes investigaciones se acusan de laxitud en sus propuestas y surgen desacuerdos en torno a la interpretación de los hechos históricos. Todavía para algunos en el caso Mozart hay pocas evidencias para cualquier diagnóstico y solamente aceptan como diagnóstico la infección epidémica aguda que existía en esos momentos reinaba en Viena [Jenkins].

Un breve apunte sobre la "Oreja de Mozart"

Algunos expertos (Carp, Davies, Guillery) afirman sin documentación concluyente que Mozart tenía una oreja izquierda con forma poco normal hoy conocida como "oreja de Mozart". De nuevo el tema no es ajeno a la polémica, para algunos existen pruebas importantes de este hecho [Davies, 1987], quién reproduce un dibujo de la biografía de Nissen; mientras que para otros existen pocas evidencias en los retratos que refuercen esta teoría [Paton]. Davies, argumenta que el dibujo en cuestión representa la oreja de su hijo Franz quién podía haber heredado esta característica de su padre.

El significado médico de la "oreja de Mozart" es que en muchos casos están asociadas a anormalidades en el tracto urinario. Por lo tanto la posesión de Mozart de esta deformidad llevaría ala creencia de la hipótesis de un fallo renal como la causa de su muerte. Aunque de nuevo surge la duda de sí las orejas de Mozart tuvieran este tipo de anomalía [Stone], o incluso de que aunque fueran anormales poco tendrían que ver con sus enfermedades [Bulteau].


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